Jul 5, 2015
Un día,
una hermosa mariposa volaba muy contenta entre
muchas ores de colores. De
pronto, una rosa roja le preguntó:
—¿Alguna vez has volado tan alto,
hasta llegar al sol?
La mariposa contestó:
—Me gustaría volar hasta el cielo
para ver la luna bella,
para jugar con el sol y también
con las estrellas.
La mariposa su vuelo siguió y de
pronto con la abeja se
encontró. Le contó que hasta el
sol y otros planetas le gustaría viajar. Y la abeja le
dijo sin titubear:
—Si quieres volar tan alto y a otros
planetas llegar, debes
tener un buen
traje espacial.
Entonces, la mariposa pidió a su
amiga la araña, que hacía ropas de telarañas,
que le confeccionara un traje
espacial.
La araña con decisión aceptó la
petición:
—Un traje espacial contenta te
haré, con hebras de plata te lo coseré.
En ese momento, llegó el
pequeño
grillo curioso y a la mariposa le
dijo que,
para poder viajar, también
necesitaba
una nave espacial:
—Si no tienes una nave, no podrás tu
viaje hacer, tus alitas
son pequeñas y al
viento no podrán vencer.
Entonces la mariposa pidió al gusano
constructor que le
hiciera una nave
espacial.
El gusano se puso muy contento y le
dijo al momento:
—Una nave te haré, pero tienes que
saber manejarla muy
bien, al derecho y
al revés.
Finalmente, una amable hormiga del
vecindario ayudó a la
mariposa a ordenar todas las
cosas y le dio algunos consejos para ese viaje
tan lejos:
—No te acerques tanto al sol, te
dará mucho calor. Ni te
alejes tanto de él, pues mucho
frío puedes tener.
Y el momento de partir llegó por n.
Todos hicieron una
ronda muy hermosa para despedir
a la mariposa.
—Cuando estés en el espacio,
escríbenos un mensaje, que
se lea en todas partes, para
saber de tu viaje.
Y la hermosa mariposa que volaba
entre las ores, su sueño
logró alcanzar, subió tan alto,
tan alto que al n con el sol y la luna pudo jugar.
Sonia Jorquera C.